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Taburetes y mesas personalizadas
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Casi no sabíamos andar cuando vimos por primera vez una caída: un payaso de muchos colores intentaba sentarse en un taburete rojo al tiempo que otro payasete le daba una patada desplazando el taburete lo justo para hacer que las posaderas del payaso acabaran en el suelo... aquel taburete de lunares, dio paso a nuestras primeras carcajadas.
Casi no podíamos mantener el equilibrio cuando cogimos por primera vez una galleta del tarro de galletas; habíamos visto ya unas cuantas veces como la abuela metía el bote de colores vivos del que salían esas galletas tan ricas, cuando decidimos arrimar el taburete blanco de la cocina, para subirnos y servirnos a discreción. Ese taburete dio paso a nuestra autonomía.
Desde aquel rincón, sentado en mi taburete azul, contaba los minutos para que la profesora me levantase en castigo; en ese taburete ideé mis mejoras gamberradas escolares.
Casi no tenía barba cuando decidí ponerme de rodillas en el taburete verde del baño al lado de papá, e imitar sus gestos eliminando la espuma de afeitar que apenas arrastraba una pelusilla... Aquel taburete, nos ayudó a identificarnos con el adulto que representaba papá.
Casi no conseguía parar de temblar cuando mamá me prestó su taburete frente al tablero, y me enseñó su mejor diseño como arquitecto. Podría seguir horas en aquel taburete, completamente conquistado por su dibujo.
Casi no recordábamos a los abuelos de los abuelos, cuando recuperamos del desván esa foto en la que el abuelo posa de pie junto a la abuela, sentada en el taburete negro del hall. Sentada en el taburete…: todo un reflejo de aquella sociedad.
Fue emocionante el primer concierto de piano al que asistimos en familia... el pianista, acercó su taburete de caoba con firmeza, provocando un chirrido que dio paso a una impresionante interpretación...y a unas cuantas risas. Ese taburete, acompañó toda mi carrera de piano.
Cuando superé el miedo escénico, giré sobre el taburete de piano, lo elevé y esta vez cara al público, me senté a representar mi primer monólogo de humor. Que habría hecho yo sin tu compañía en aquel escenario tan grande.
Solo pudimos calmar el temblor de nuestras piernas, cuando por fin nos dijeron: pueden sentarse. Y allí estaban sendos taburetes con flores, esperando a darnos el sosiego que tanto nos hizo falta el día de nuestra boda…
Cada momento de nuestra existencia, ha estado acompañada de un taburete… por eso desde TabuHome, hemos querido rendirle homenaje, diseñando uno elegante y versátil que pueda seguir nuestra evolución sea cual sea el contexto.
Ya sabes: pon TABUHOME en tu vida…
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