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Es Francisco Ibáñez.
El F. Ibáñez de la firma de los Mortadelos. Más que éxito, lo que ha alcanzado él, suele decir, es un “desmanganillamiento general de la columna”. Si no está en el Guinness de los récords, seguramente es porque nadie se ha tomado la molestia de contar sus tebeos. "Podría salir no cuántos personajes he dibujado –bromea él–, sino cuántos dedos he hecho”. Solo desde finales de los 80 (desde que publica con Ediciones B), ha vendido más de 30 millones de cómics. (No hay cifras oficiales de su etapa en Bruguera, en la que se llegaron a tirar 300.000 Mortadelos a la semana). ¿Que si se ha hecho millonario? “Bueeee… –responde él–. Eso tampoco me preocupa demasiado".
Es el padre de Rompetechos, de Pepe Gotera, del Botones Sacarino y, sobre todo, de los agentes de la T.I.A. Mortadelo y Filemón. "Yo he pasado más horas con Mortadelo que con mi mujer y mis hijas", resopla. 57 años. "Es como un miembro más de la familia". Un hijo más. "No es de mi sangre, pero es de mi tinta, coño".
"Lo que dicen algunos lectores [pone voz de chismorreo]: 'A ver, un momento, si el personaje tiene casi 60 años, ¿cuántos tiene el autor?".
Ibáñez cumplió 79 años el mes pasado. Y no le asustan los 80. "Mientras pueda caminar y defenderme por mí mismo, me tiene completamente sin cuidado". Así que llevan preguntándole por la jubilación casi la mitad de los años de la jubilación. "¿Qué es eso?", responde con voz de Mortadelo. "El día que me ponga delante del papel, esté 24 horas y las 24 siguientes y no se me ocurra nada, ese día cogeré todos mis papeles, todos los lápices, haré un montoncito, pondré una cerilla debajo y a hacer puñetas todo". Él, que es muy de onomatopeyas, dice que la jubilación llega con el "boom". "La cabeza contra el tablero y se acabó", se ríe.
Más que sentar la cabeza, lo que Ibáñez ha esperado siempre es levantar el culo. "Si hay una pareja bien avenida en este mundo es mi taburete y mi culo", se ríe. "Sin ninguna queja, algún bufido de vez en cuando", se carcajea. Así que su biografía, dice, ocuparía tres líneas: "Ibáñez fue un gilipollas que trabajó, trabajó y trabajó y no tuvo tiempo de nada más". Ni siquiera, añade, ha cambiado nunca de esposa, ni de hijos (tiene dos hijas y dos nietos, de 12 y 7 años. Ninguno dibujante). "Soy más monótono que la puñeta. Soy el tío más aburrido que existe".
Sigue la entrevista en: HTTP://WWW.ELPERIODICO.COM/ES/NOTICIAS/DOMINICAL/IBANEZ-HAY-UNA-PAREJA-BIEN-AVENIDA-ESTE-MUNDO-TABURETE-CULO-4085513
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